Ser mamá es una tarea emocionante… y desafiante. Aquí te damos una guía clara para reconocer síntomas de alarma en tu bebé, entender las pruebas de laboratorio y saber cuándo acudir al médico..
¿Por qué los niños pequeños se enferman con frecuencia?
Durante los primeros cinco años de vida, los niños son más vulnerables a las infecciones porque su sistema inmune aún está en desarrollo, tu pequeño está construyendo sus defensas. Es normal que presente varios episodios de resfriado, diarrea o tos al año. Lejos de ser un signo de debilidad, es parte del aprendizaje de su sistema inmunológico.
Esto no significa que tu hijo esté débil, sino que su organismo está entrenándose. Cada infección leve es, en cierto sentido, una “clase práctica” para sus defensas.
👉 Lo importante es distinguir cuándo se trata de una infección común y cuándo aparecen signos de alarma.
Síntomas de alarma: ¿cuándo acudir al médico?
La mayoría de los resfriados, gripes o infecciones leves se resuelven en casa con cuidados básicos. Sin embargo, existen señales que deben ponerte en alerta:
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Fiebre persistente o mayor a 38.5 °C por más de 48 horas. 
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Respiración rápida o dificultad para respirar (silbidos, hundimiento del pecho). 
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Somnolencia excesiva, debilidad o irritabilidad intensa. 
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Vómitos o diarrea que impiden la adecuada hidratación. 
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Ataques de tos intensos, característicos de la tos ferina. 
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Convulsiones febriles. 
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Erupciones en la piel acompañadas de fiebre. 
👉 En cualquiera de estos casos, la recomendación es llevar al niño al médico de inmediato.
Posibles complicaciones de las infecciones en la infancia
Si bien la mayoría de las infecciones son leves, algunas pueden complicarse si no se detectan y tratan a tiempo. Entre las más frecuentes se encuentran:
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Otitis media (infección del oído), que puede afectar el desarrollo del lenguaje. 
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Neumonía, una de las principales causas de hospitalización infantil. 
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Deshidratación grave a causa de vómito o diarrea. 
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Convulsiones febriles por fiebre elevada. 
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Secuelas respiratorias tras bronquiolitis o neumonía. 
💡 Dato importante: Según la OMS, más del 80 % de las muertes infantiles por infecciones respiratorias o diarreas pueden prevenirse con un diagnóstico y tratamiento oportunos.
Pruebas de laboratorio para un diagnóstico certero
En el laboratorio clínico contamos con estudios que ayudan al pediatra a confirmar o descartar infecciones:
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Hemograma completo: detecta signos de infección y evalúa las defensas. 
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Examen general de orina y urocultivo: descarta infecciones urinarias. 
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Pruebas rápidas o PCR: identifican virus como influenza, COVID-19, VSR o tos ferina. 
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Cultivos bacterianos: permiten saber qué bacteria causa la infección y elegir el antibiótico correcto. 
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Coprocultivo o panel de diarreas: útil en cuadros gastrointestinales recurrentes. 
👉 Estas pruebas son clave para evitar complicaciones y tratamientos innecesarios, como el abuso de antibióticos.
Medidas preventivas recomendadas
La prevención es siempre la mejor estrategia. Organismos como la Secretaría de Salud, el IMSS y la OMS recomiendan:
- Vacunación completa y al día
La Cartilla Nacional de Vacunación protege contra enfermedades como sarampión, tos ferina, polio y rotavirus.
📌 Según la Secretaría de Salud, completar el esquema puede reducir hasta en 95 % el riesgo de complicaciones graves.
- Higiene de manos
Lavarse las manos con agua y jabón es una medida simple y poderosa para reducir la transmisión de virus y bacterias.
- Evitar la exposición a personas enfermas
Especialmente en guarderías o reuniones familiares.
- Alimentación y descanso adecuados
Una dieta balanceada y un buen sueño fortalecen el sistema inmune.
- Revisiones médicas y chequeo anual de laboratorio
Un chequeo integral permite detectar alteraciones antes de que se conviertan en un problema serio.
Cuidar es prevenir: tu papel como mamá
Como mamá, no siempre podrás evitar que tu hijo se enferme, ¡y eso está bien! Lo importante es darle la mejor protección posible:
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Estar atenta a los signos de alarma. 
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Cumplir con su esquema de vacunación. 
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Mantener hábitos saludables en casa. 
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Realizar un chequeo anual de laboratorio que te brinde la tranquilidad de que todo va bien. 
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